¡…NO TENGO ORO, NI PLATA…!
José Peralra mendigo, diambula por las calles de la ciudad.
Durante toda mi vida había creído
que un mendigo era una persona que se paraba a la puerta a pedir una limosna,
pero todo esto cambio mi pensamiento cuando comencé a observar a unos pocos
metros de mi a un mendigo que parado con un vaso en su mano derecha, el cual no
podía hablar por el impedimento físico que había en su boca el labio leporino;
esperaba que una persona piadosa le diese una limosna.
Como todos los días yo llegaba a
mi trabajo en donde cumplía mi labor la cual era proveer saldo a los usuarios
de una telefónica muy conocida en mi ciudad. Eran alrededor de las 2:00a 3:00pm
cuando él se paraba a mendigar, y cuando esto sucedía me puse a pensar es
realmente esto lo que el necesitaba.
En un éxtasis me quede, cuando se
acercó a mí y quería hablarme, pero lo paradójico era que mientras volteaba a
mirarlo viajaba mi mirada hacia él. Parecía sonreír eso me parecía a mí por el
brillo en sus pupilas, la alegría en sus manos cuando las movía y hacia mover
el vaso, y el sonido que provocaba con su garganta cuando este trataba con
mucha fuerza intentar hablarme.
Eso yo creo, pero eso lo dejo a
su criterio o a su imaginación; pero lo que yo quiero decir es que su necesidad
era otra., cuando el me miraba parecía decirme. ¡Hey estoy aquí, habla conmigo
y disfruta en silencio, atiéndeme y escucha tu corazón!.
Y esto no es cuentitos de religión
porque a diario sucede, y lo único que cruzo por mi mente fue un conocido versículo
bíblico en el libro de Lucas, en el que Pedro estaba a la puerta del templo LA
HERMOSA, y desde ahí le pedía un mendigo una moneda, y Pedro le respondió “No
tengo Oro ni plata, pero lo poco que tengo te doy, levántate le ordenó….”
Pienso que no todos pensaríamos así, pero si lo hiciéramos otro seria el mundo.
Así a diario muchas personas
vienen a buscarnos porque nos necesitamos y nosotros decimos querrán dinero, pero
solo son personas que usan estrategias, buscando algo más que le satisfaga la
sed que está en su alma y me hizo entender que hay muchos mendigo, vestidos con
ropa de grandes marcas, pero pobres de espíritu.
Creado por: Diana Queza
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